viernes, 27 de abril de 2012

ENTRENO BANDOLERO 14 ABRIL. Cumbres y vallas escurialenses, 13 revueltas y Paco Pastel



Minúsculo entreno bandolero (21Kms-3horas) en el siempre acogedor (aunque en la mañana de autos, algo menos) entorno de las cumbres escurialenses.
Fieles y leales a nuestro principal patrocinador, Paco Pastel, (ah, que no nos patrocina?) quedamos a las 09:00AM, en el templo de los panes a este lado del Manzanares.





La mañana se presumía desapacible y nos regalo toda suerte de inclemencias meteorológicas más propias de un sábado invernal, que de uno de mediados de abril como el que nos encontramos. Pero ya lo dice el refrán, que cuando marzo mayea, abril marcea. Y tuvimos una pequeña ración de invierno sobre nuestras cabezotas.





Desde el aparcamiento inferior de la silla de Felipe II, Manuel guiaría nuestros pasos hasta La Machota pequeña y La Machota grande, o Pico del Fraile como aperitivo de la jornada bandoleril. Una vez bajo el manto poco protector de nuestro amigo el fraile, el bandolero de Ponferrada tiro de oficio y se hizo el ya clásico y pendiente de patente "Tahoces" y volvió sobre sus pasos mientras el grueso del grupo nos lanzábamos monte abajo cuando más atizaba el viento y granizo.
Nada puede pararnos y ni lluvia, ni granizo, ni viento helado lo conseguirían. Sólo activaron nuestro sentido común, para recordarnos que tal vez no era la mejor mañana para subir al pico San Gregorio, Risco Grande y,o, Abantos. Así que desoyendo esa vocecita interior que parecía decirnos, más Kms, más desnivel......optamos por subir al puerto de La Cruz Verde, luego a Roblehondo y en lugar de ascender buscando el Risco Grande, nos adentramos, valla mediante (es decir, saltando una enorme valla) en un bosquecillo de pinos, donde se difuminaba una especie de caminillo que cogimos confiados, a sabiendas de que ninguno de los presentes teníamos ni la más remota idea de hacia donde nos llevaría. Pero es lo que tenemos los bandoleros, sobre todo determinación y ningún miedo al peligro. Como era de esperar el caminillo se perdió a las primeras de cambio y enseguida estábamos saltando de roca en roca, aunque esta vez la vegetación, a falta de jaras, era más amable y estaba tupida de unas altas y agradables, al tacto, hierbas. Nadie puso impedimentos a nuestra osadía, y solo los clásicos gruñidos del bandolero gruñón David, resonaban a cola de grupo.

Si saltas una valla para entrar en terreno vallado, eso generalmente significa que te queda saltar otra valla para salir. Es una pura ley de la física, la lógica e incluso de las matemáticas. Pues esa nueva valla, más alta aún que la anterior tampoco fue obstáculo a nuestro avance. Y una vez saltada, ya estábamos a salvo, de una posible perdigonada en nuestro trasero, ya que lo que acabábamos de abandonar era un coto privado de caza. Y ya se sabe como se las gastan los cazadores. Los hay de gatillo fácil.

Bueno, sin postas en el culo, pero con frío en las manitas y en las patitas, avanzamos entre la espesura del bosque de pinos (que realmente no era tan espeso, sólo es por darle algo de épica al asunto) salpicado con el típico roquedal granítico escurialense. Nos desplazábamos en diagonal, perpendiculares a la pronunciada pendiente y paralelos a la fina cortina de nieve que caía sobre nosotros. En un momento dado, giramos al suroeste en busca del sendero de las 13 revueltas, que debiera estar por las inmediaciones. Después de un tramo de descenso monte a través (ni que hasta entonces hubiéramos transitado por cómodas pistas!) nos dimos de bruces con un sendero, que lo mismo que empezó, se terminó. Es decir, bruscamente.

Afortunadamente, unos centenares de metros más abajo se vislumbraba una pista y hacía allí se dirigieron nuestras zancadas. Resulto ser el centro de interpretación de El Escorial. Giramos a la derecha y tras medio kilómetro de pista forestal, si que nos encontramos con el sendero de las 13 revueltas, de las que dimos cuenta en una rápida bajada.

De ahí a los coches y de los autos a Paco Pastel fue un dicho y hecho. Pero antes, de las cervecitas de rigor y justo en el momento de llegar a los vehículos, cayo una tremebunda tromba de agua, que vino a confirmarnos que había sido una acertada decisión dejar los Kms y metros de desnivel para una ocasión más propicia. Participaron en esta nueva correría bandoleril. Nerea, Raúl, David "gruñón" Kupricka, Tahoces, Alberto, Manuel, Ander, Chelis y el nuevo aprendiz de bandolero, bajo la tutela de Nerea, Sergio.

Pronto volveremos con más diversión y kms.

Todas las fotos del entreno


Fotos y crónica Ander

jueves, 5 de abril de 2012

31 de marzo de 2012. Macro entreno bandolero por La Barranca, Bola del Mundo, Cuerda Larga, La Pedriza y Maliciosa. “Donde hay camino real, no te vayas por el matorral” Refrán español.


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Esta vez no nos fuimos por matorrales, como en ocasiones precedentes, pero como buen@s bandoler@s serran@s que somos, volvimos a alargar el entreno bandoleril de la matinal de los sábados hasta el infinito y más allá, superando la barrera de las, que digo 5, ni 6, ….....7 horejas con todos sus minutejos.

Todo comenzó con una propuesta propia para un entreno en “altura” aprovechando las excelentes condiciones y ubicación de la cuerda larga madrileña, entre el puerto de Navacerrada y el de Morcuera, enlazando la mitica Bola del Mundo con el cordal de Cabezas de Hierro, Asómate de Hoyos y la Najarra, con cerca de 19Kms por encima de los 2000 metros de altitud sobre el nivel del mar.

La iniciativa cuajo y en el parking del concurrido Valle de La Barranca, con algunas ausencias significativas, como las de Ander, David Pacheco, Fernando G. Molina, entre otros....... y sobre todo, la de nuestro guía espiritual, Messie Frechilla, que se encontraba trailrunneando por las montañas de la Anency gala, nos dimos cita Nerea, Alberto, su hermano Manolo, César y su perra Luna, David “Kupricka” el Robledochavelano Manuel, Antonio Tahoces y el que suscribe.

Para darle una vuelta de tuerca friki al asunto, después de saludar al Señor de La Maliciosa, Don Pedro J. Gracia Garmendia, encaminamos nuestros pasos, en esos momentos ágiles y briosos, hasta el sendero Ortiz, que recorrimos en toda su longitud y belleza, hasta la pista que sube al mirador de los Canchales.

Una vez superado el mirador, ajeno esta vez a nuestras miradas, continuamos la ascensión por el entretenido sendero de la tubería en busca de la primera dificultad de la jornada, La Bola del Mundo. Aunque antes llegaríamos al Collado del Emburriadero, buen observatorio de la Cuerda de Las Cabrillas, Siete Picos y otras lindezas montaraces.

La empinada y civilizada, por aquello del firme de hormigón, cuesta zigzagueante que nos separaba de Bola y del Alto de Guarramillas estiro un poco el grupo bandolero, a tal punto que justo en la zona de las antenas sufrimos la primera y única, hasta el monento, baja en nuestro breve, pero enriquecedor, historial de entrenos bandoleros.

Un bandolero que volvía sobre sus pasos y otr@s que apuntaban con los suyos al Cerro de Valdemartín, a donde llegaríamos después de una corta bajadita y una pequeña subidita, esta última con algo de nieve dura, pero no tanta como para ver a dos snowborders “full equipe” con toda la parafernalia para deslizarse por el casi ausente manto blanco, algo que por momentos nos hizo frotarnos los ojos para descartar que estuviéramos viendo alucinaciones.

De locos está el mundo lleno, que diría aquel.

Nosotr@s a lo nuestro, que era alcanzar las Cabezas de Hierro primero y Asómate de Hoyos después.

A pesar de que la idea inicial era seguir hasta La Najarra, bajar al puerto de Morcuera y desde allí entrar a La Pedriza por el Collado de la Dehesilla, habiendo pasado antes por la Hoya de San Blás, por necesidades del guión, decidimos, después de las deliberaciones pertinentes, entrar a la siempre gratificante Pedriza desde Asómate de Hoyos, lanzándonos en vertical y técnico descenso en busca de las emblemáticas Torres de La Pedriza.



Como todo descenso técnico que se precie, casi siempre se cobra algún peaje, y en esta ocasión fueron la rodilla de César por una caída y el muslo de Manuel por un corte con una rama los que derramaron algo de sangre bandolera sobre el granito pedricero.
Adentrarse en La Pedriza hacen que el tiempo y la distancia dejen de ir parejos. El primero aumenta a una velocidad de vértigo y la segunda lo hace poquito a poquito. Cunde el terreno como ningún otro, se necesita mucho tiempo para recorrer poca distancia.


 
Tanto es así, que una vez pasadas las Torres y ubicados en el Collado Cabrón, y en vista de que la manecilla del reloj (aunque fuese digital) se acercaba peligrosamente a las 2 de la tarde, uno tuvo que poner fin a la aventura compartida y buscar un núcleo urbano, con transporte rodado, para retornar lo antes posible al vehículo propio y volver a casita, donde esperaban mujercita y campeoncin, lo más cerca de la hora acordada.


El grueso de las huestes bandoleras, ajenas a esas necesidades domésticas, giraron al noroeste buscando la charca Verde primero y el puente de los Franceses después, para enfilar el sendero que va paralelo al río Manzanares, remontando el mismo, hasta casi su nacimiento, para alcanzar el Collado del Piornal y luego bajar a los vehículos, estacionados en La Barranca.

La anterior era la teoría, pero la práctica fue otra bien distinta. El destino es caprichoso y a veces, cabezota, aunque David “Kupricka”, lo es más, y una vez en el puente de los Manchegos en lugar de seguir el río hasta la vaguada que al suroeste asciende al Collado del Piornal,  se empeño en cruzar el Manzanares y subir por la ladera noreste de la Maliciosa hasta su cumbre, completando una vez que desde allí legaron a los coches, 37Kms, 5.000m de desnivel acumulado y las 7 horitas mencionadas.

Lo propio fue algo más corto y llevadero, aunque no mucho más.

El bandolero solitario apareció a las 14:15h a Manzanares El Real, después de haber bajado a Canto Cochino y el Tranco, (hay que ver lo largos que se hacen los kms por asfalto. Los 2 que hay entre el Tranco y Manzanares parecieron el doble) y cuando fue a coger un taxi, resulta que no tenía parada fija y había un cartel con un móvil al que había que llamar para pedirlo. Nuestro hombre fue a echar mano de su  blackberry, en la mochila, pero no estaba porque se la había dejado sin darse cuenta en el coche. Tuvo que entrar al Eroski a comprarse un aquarius para tener suelto para una cabina.
LLamo al taxista y resultó que estaba en Colmenar Viejo y tenía que hacer un servicio a San Agustín de Guadalix con lo que tardaría al menos en 1h en estar en Manzanares. Buff! Entonces de poca ayuda iba a resultar.
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Miro los autobuses, en la parada de bus al efecto, y sólo había al Boalo y otro que iba a Collado Villalba, así que no le quedaba otra que o irse corriendo, con lo que tardaría una eternidad, aparte de estar ya fundido después de haber parado, o hacer dedo.

Se puso en la rotonda de salida de Manzanares a La Pedriza y estuvo 7 u 8 minutos, pero no paraba ni Dios. Luego cayo en la cuenta, que posiblemente muchos de los coches que pasaban iban a La Pedriza así que echo a andar y se situó pasado el desvío de La Pedri.

Al tercer o cuarto coche que paso, hubo uno que paro y le llevo hasta Cerceda. Apenas tuvo 3 ó 4 minutos de espera.

En una rotonda de Cerceda, que fue donde le dejo el paisano anterior (que llevaba un perro en el asiento trasero) el 2º coche que paso le paro y le dejo en el desvio a La Barranca (era un chico de unos treinta y tantos que iba en una furgo pequeña y estaba de guardia. Iba a Cercedilla a reparar una máquina recreativa).

Una vez en el desvío a La Barranca, le quedaban apenas 2 kms de asfalto al aparcamiento del coche así que echo a correr, pero al primer coche que paso le hizo dedo (aunque al principio se lo pensó un poco, porque le daba un poco de vergüenza por la poca distancia al coche, pero entre que iba fuera de horario, estaba cansado y estaba corriendo por asfaltex, tampoco lo pensó tanto y puso el dedo pulgar hacia arriba y adelante) y resulta que el automóvil, flamante por otro lado, paró.

Era un matrimonio muy simpático al que le dio tiempo a escuchar casi toda la peripecia del entreno, la bajada a Manzanares, el fiasco del taxi, los dos samaritanos que le habían recogido antes, …............que su mujercita le esperaba pronto en casa...etc...etc...con lo cual hubo alguna que otra risa.

El caso es que no sabiendo a que hora exactamente cogió el coche, pero a las 15:30h estaba en casita, donde mujercita y campeoncin dormían plácidamente sus respectivas siestas, y al poco de llegar el pollito se despertó y pudo atenderle personalmente, permitiendo con ello que Itziar descansara algo más, cosa que agradeció.

Así que por una vez se libró del rapapolvo ya clásico de los sábados de entreno bandoleril, donde unas veces si y otras también acababa con sus huesos en el nidito familiar un tanto a deshora.

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“Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”. Arthur Schnitzler