miércoles, 26 de marzo de 2014

cada día debe ser una aventura diferente, no una misma rutina



la leyenda de Martisor (Rumania)

Érase una vez, hace mucho tiempo, que el Sol se personificó en un muchacho muy guapo, bajó del cielo y se dispuso a bailar el baile del“hora” en un pueblo.

Pero había un dragón que lo estaba esperando para raptarlo y arrojarlo en una cárcel. Entonces el mundo se puso triste, las aves no volaban y los niños y niñas no se reían.

Nadie se atrevía a desafiar al dragón malvado, hasta que un día, un joven y valiente muchacho se decidió a ir a salvar al Sol. Mucha gente fue a despedirlo y a proporcionarle apoyo y lo ayudaron a vencer al dragón y a salvar al Sol. Su hazaña duró tres estaciones: verano, otoño e invierno. Encontró el palacio del dragón y comenzaron a luchar. Lucharon durante días y días y al final el dragón fue muerto.

Sin fuerzas y malherido, el joven liberó al Sol, que subió de nuevo al cielo alegrando a toda la gente y llenándolos de júbilo. La naturaleza revivió y la gente era feliz, pero el joven no logró sobrevivir para ver la llegada de la primavera. La sangre caliente de sus heridas cayó sobre la nieve de la que, al fundirse, brotaban flores blancas, llamadas copos de nieve, mensajeras de la primavera. Hasta que su última gota de sangre cayó sobre la nieve y entonces se murió.

Desde aquel día los jóvenes tejen dos pequeñas borlas, una roja y otra blanca, y regalan este amuleto a las muchachas que quieren. El rojo simboliza el amor y toda la belleza y el blanco la pureza de los copos de nieve, las primeras flores que aparecen en primavera.


















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