viernes, 23 de diciembre de 2011

LA NAVIDAD ESTÁ AHÍ PARA TOD@S, INCLUSO PARA LOS QUE NO CREEMOS EN ELLA



Desde este modesto, desordenado y casi siempre impredecible espacio, tenemos a bien desearos unas felices fiestas de navidad, desde la noche de nochebuena, al día de Reyes, pasando por el día de navidad, la noche de fin de año y el primer día del año nuevo.
Que reine la paz en vuestros hogares y que disfrutéis en plenitud de vuestras familias y amigos.
Recordad no derrochar todo el cariño, amor y buenas voluntades durante estas fechas, ya que debería ser algo que nos acompañara el resto de días del año, digamos......... durante el resto de años de nuestras vidas?
No olvidéis supervitaminaros y supermineralizaros; Ni dirigir vuestros pasos, allá donde vayan vuestros pensamientos. Ya que como decía R.L. Stevenson, no deberíamos de pedir otra cosa que el cielo sobre nosotros y el camino bajo nuestros pies.






sábado, 17 de diciembre de 2011

K42 ANAGA MARATÓN. Macizo de Anaga. Nordeste de Tenerife. Acto Uno. Jueves 8 de diciembre. Escena de ermitaño, chocolate con churros, reconocimiento previo y pescadito asado.



Acostumbrado uno a "saltar" al siempre gratificante territorio canario para eso de los ultras isleños, se hacía raro viajar nuevamente para participar en una prueba de tan sólo 42Kms (que luego acabarían siendo 46), pero como ya se hizo en dos ocasiones anteriores para sendos maratones del Meridiano y este mismo año en octubre para disfrutar de la simpática “Castañate Las Patas” de 22Kms, brillantemente organizada por Marise, Arturo y sus Cambate Las Patas, pues pensamos que no habría 3 sin 4, y aunque lo hubiera habido, ninguna distancia iba a servir de cortapisa a nuestro irrefrenable deseo de pisar “tierra santa”.
A fuerza de ser sinceros, el principal culpable de que nuestros huesos acabasen en Tenerife norte en el pasado puente de diciembre, aparte de nuestro desmedido amor por aquellos afortunados andurriales, fue el amigo Carmelo Zerpa Armas, más conocido en el mundillo trailrunner por “Zota de espadas”, que nos animó a participar en esta K42 de Anaga en lugar del Ultra de la valenciana sierra de Chiva al que inicialmente se dirigían nuestros pasos.
Tanto y tan bien nos habló Carmelo del maravilloso macizo de Anaga (que ya tuvimos la suerte de conocer en parte, en nuestra pasada visita de octubre) y de lo espectacular del recorrido de la K42, que no nos quedó otra alternativa que poner a funcionar la maquinaria pertinente para cerrar vuelo e inscripción de manera fulminante, previo paso por la ventanilla correspondiente de autorizaciones conyugales.
Una vez con el “visado familiar” y cerrado el vuelo, ya no quedaba otra que esperar ansiosos al jueves 8 de diciembre, día en el cual aterrizaríamos en el norteño aeropuerto de Los Rodeos (esta vez decidimos ir directamente al meollo y no andarnos con tantos idems volando a Tf sur como en anteriores ocasiones, para abaratar costes y seguir aumentando el aura de insensatos y temerarios que nos acompaña).
Nos falto tiempo una vez conseguidos permiso y vuelo, para confirmar nuestra presencia de nuevo en el paraiso a través del maquiavélico caralibro..
Casi tan poco como al amigo José Carlos Garcia Facundo, alias “Ford Canillas” para contestar a nuestra entrada en Facebook, diciendo que él y solo él nos recogería en el aeropuerto y que si habíamos quedado con alguien más o pensábamos hacerlo, que nos fuéramos quitando esa idea de la cabeza.
Llegado el día de autos, nos encaminamos al madrileño aeropuerto de Madrid-Barajas con un sabor agrio por dejar esposa e hijo (que mal suena esto, parece una esquela), bueno, por no poder llevarnos a nuestra mujercita y al campeoncin con nosotros, pero con un bienmesabe por acudir de nuevo a nuestro particular cielo en la tierra.
El avión llegó con retraso, pero llegó que era de lo que se trataba, y allí estaba puntual (para su desgracia) el bueno de José Carlos con su longilínea figura y sus largos y envolventes brazos para darnos un abrazo y acompañarnos a su vehículo a motor y llevarnos a almorzar, tal como había prometido.
Con una distendida charla pusimos rumbo a El Sauzal, lugar en el que recogeríamos a un amigo suyo enfermo de “Salomonerosis” llamado Eduardo, alias “El ermitaño” y al que llevábamos medicina para su enfermedad en forma de S-LAB 4 de los laboratorios madrileños de RANNING, ante la dificultad por encontrar el medicamento en las islas.
Al pobre Eduardo, en lugar de curar su adicción, casi le da un infarto al comprobar, después de que abriéramos nuestra maleta y le diéramos sus supuestas zapatillas Salomon S-LAB 4 suela SOFTGROUND, talla 41 1/3, que las “cholas” ni eran suela SOFTGROUND ni siquiera eran talla 41 1/3, sino más bien suela con taqueado normal y talla 44 2/3.
Calla! Le decimos, que esas no son! Esas son las nuestras (que también eran nuevas). Las tuyas están aquí. Y metiendo mano en la maleta, esta vez si que sacamos unas flamantes S-LAB 4 en forma y medida como las solicitadas.
Bueno, nosotros fuimos ajenos a todo el periplo de cambio de cara y color del amigo, pero José Carlos si que fue testigo directo, y se desternillaba de risa, por otro lado como hubiera hecho cualquier amigo que se precie.
Fue divertida, que no buscada, la anécdota de las zapas y sirvió de preámbulo al pantagruélico almuerzo de chocolate con churros que nos dimos en Tacoronte y que el otrora sorprendido Eduardo pagó, al igual que las zapatillas peninsulares.
Una vez con el estómago lleno de un híbrido entre los churros y porras madrileños (más gruesos que los primeros y más finas que las segundas, pero mucho menos aceitosos y por consiguiente mas sanos y apetecibles) devolvimos al ermitaño a su cueva en El Sauzal para que se aplicara la medicación y nosotros dirigimos nuestros pasos, comodamente sentados en un Opel Astra, hasta La Laguna, donde José Carlos nos llevaría a recorrer, primero en coche y luego a pié, parte del recorrido de la K42 Anaga marathon.
Aunque antes del reconocimiento del circuito de la carrera del domingo, pasaríamos por la “pensión del Mosquito”, en La Laguna, a la sazón hogar del insonne Carmelo, a dejar nuestra pesada maleta (algo más liviana sin la miel gallega de brezo requisada conveniente y eficazmente por dos celosas guardianas de la ley y el orden en el paso por el escanner del aeropuerto de Barajas)
Una vez hecho el deposito maleteril en el puerto franco al efecto, y dejando que la “zota de espadas” echara un sueñecito, no en vano venía de cumplir turno de 24h con tres servicios de madrugada (para los más desorientados, indicar que Carmelo cuando no ejerce de sota de espadas, lo hace de bombero), esta vez sí, tocaba reconocer por donde transcurriría la K42 el domingo 11 de diciembre. (recordemos que esta historia se desarrolla en estos momentos en el jueves día 8, día 341 del año en su semana 49*) (*esto es para los amantes de las estadísticas)
Todo un lujo que un nativo, corredor de trail running y conocedor de cada recoveco de la isla y del macizo de Anaga nos enseñe el recorrido de la prueba. Más aún si aparte de lo anterior, estamos hablando de un personaje que ha sido copiloto de rallys profesional, con lo que podéis haceros una idea del detalle con el que nos iba advirtiendo sobre el trazado............a ras!!!!!! que diría el clásico.
Luego de ver el tramo inicial de la carrera en coche, subimos al mirador de Zapata, donde aparcaríamos el vehículo a motor un poco más adelante, y ya la incursión en los entresijos del maratón serían a patita.
En esas que llego la hora de la comida y como el amigo Carmelo había mandado un whats app indicando que él prefería descansar, César y Rocío tenían invitados catalanes en su casa, teniendo comprometida la jornada, pues fuimos a recoger a la santa de José Carlos, Leticia de nombre y encantadora de apellido, para más señas, y los tres que nos fuimos a comer a Punta Hidalgo.
El mundo esta lleno de casualidades , amen del tópico del pañuelo, y uno de esos caprichos del azar fue encontrarnos comiendo en el sitio al que íbamos a César, Rocio y sus amig@s de los paisos catalans.
Después de unas risas por el inesperado encuentro y del turno de espera para la mesa, con unos camarones y refrescos de por medio, nos sentamos en torno al mantel para degustar la siempre rica comida canaria.
Dada nuestra condición de vegetararivoros, al no comer ni carne ni verduras crudas, hete allí que el bueno de José Carlos pidió un buen escaldon y un pescado de roca a la espalda (no es que estuviera dado la vuelta, que también, sino que estaba asado a la espalda)
Exquisitos el escaldón y el pobre pececito que pasó de nadar apaciblemente en aguas de rocas Tinerfeñas (de ahí su nombre, suponemos) primero al infierno de la sartén y luego al cielo de nuestros estómagos.
Con un buen postre canario cerramos con éxito la comida.
Luego vendría la vuelta a La Laguna el reencuentro con Carmelo, la despedida de Leticia y José Carlos que trabajaba al día siguiente preparando y sirviendo sus repartos de excelentes carnes congeladas y ultimando los preparativos de la inminente inauguración de un local físico en Los Realejos.
Tanta emoción nos embargaba de estar nuevamente disfrutando de Tenerife que nuestras neuronas no recuerdan que ocurrió al final de la tarde del jueves, más allá de planificar con nuestro anfitrión en la pensión del Mosquito las actividades del viernes 9 de diciembre, que a pesar de nuestra insistencia en subir al Teide, se quedarían en un entreno trailrunnero por Anaga con la siempre sonriente compañía de Susana.
Pero eso será explicado convenientemente en el segundo acto de esta entrega.
Para completar, amenizar e ir poniendo los dientes largos a l@s que no tuvieron la inmensa suerte de estar en la K42 de Anaga, les dejamos un buen enlace con unos estupendos datos de la misma.