Acostumbrado uno a "saltar" al siempre
gratificante territorio canario para eso de los ultras isleños, se
hacía raro viajar nuevamente para participar en una prueba de tan
sólo 42Kms (que luego acabarían siendo 46), pero como ya se hizo en
dos ocasiones anteriores para sendos maratones del Meridiano y este
mismo año en octubre para disfrutar de la simpática “Castañate
Las Patas” de 22Kms, brillantemente organizada por Marise, Arturo y
sus Cambate Las Patas, pues pensamos que no habría 3 sin 4, y aunque
lo hubiera habido, ninguna distancia iba a servir de cortapisa a
nuestro irrefrenable deseo de pisar “tierra santa”.
A fuerza de ser sinceros, el principal
culpable de que nuestros huesos acabasen en Tenerife norte en el
pasado puente de diciembre, aparte de nuestro desmedido amor por
aquellos afortunados andurriales, fue el amigo Carmelo Zerpa Armas,
más conocido en el mundillo trailrunner por “Zota de espadas”,
que nos animó a participar en esta K42 de Anaga en lugar del Ultra
de la valenciana sierra de Chiva al que inicialmente se dirigían
nuestros pasos.
Tanto y tan bien nos habló Carmelo del
maravilloso macizo de Anaga (que ya tuvimos la suerte de conocer en
parte, en nuestra pasada visita de octubre) y de lo espectacular del
recorrido de la K42, que no nos quedó otra alternativa que poner a
funcionar la maquinaria pertinente para cerrar vuelo e inscripción
de manera fulminante, previo paso por la ventanilla correspondiente
de autorizaciones conyugales.
Una vez con el “visado familiar” y
cerrado el vuelo, ya no quedaba otra que esperar ansiosos al jueves 8
de diciembre, día en el cual aterrizaríamos en el norteño
aeropuerto de Los Rodeos (esta vez decidimos ir directamente al
meollo y no andarnos con tantos idems volando a Tf sur como en
anteriores ocasiones, para abaratar costes y seguir aumentando el
aura de insensatos y temerarios que nos acompaña).
Nos falto tiempo una vez conseguidos
permiso y vuelo, para confirmar nuestra presencia de nuevo en el
paraiso a través del maquiavélico caralibro..
Casi tan poco como al amigo José
Carlos Garcia Facundo, alias “Ford Canillas” para contestar a
nuestra entrada en Facebook, diciendo que él y solo él nos
recogería en el aeropuerto y que si habíamos quedado con alguien
más o pensábamos hacerlo, que nos fuéramos quitando esa idea de la
cabeza.
Llegado el día de autos, nos
encaminamos al madrileño aeropuerto de Madrid-Barajas con un sabor
agrio por dejar esposa e hijo (que mal suena esto, parece una
esquela), bueno, por no poder llevarnos a nuestra mujercita y al
campeoncin con nosotros, pero con un bienmesabe por acudir de nuevo a
nuestro particular cielo en la tierra.
El avión llegó con retraso, pero
llegó que era de lo que se trataba, y allí estaba puntual (para su
desgracia) el bueno de José Carlos con su longilínea figura y sus
largos y envolventes brazos para darnos un abrazo y acompañarnos a
su vehículo a motor y llevarnos a almorzar, tal como había
prometido.
Con una distendida charla pusimos rumbo
a El Sauzal, lugar en el que recogeríamos a un amigo suyo enfermo de
“Salomonerosis” llamado Eduardo, alias “El ermitaño” y al
que llevábamos medicina para su enfermedad en forma de S-LAB 4 de
los laboratorios madrileños de RANNING, ante la dificultad por
encontrar el medicamento en las islas.
Al pobre Eduardo, en lugar de curar su
adicción, casi le da un infarto al comprobar, después de que
abriéramos nuestra maleta y le diéramos sus supuestas zapatillas
Salomon S-LAB 4 suela SOFTGROUND, talla 41 1/3, que las “cholas”
ni eran suela SOFTGROUND ni siquiera eran talla 41 1/3, sino más
bien suela con taqueado normal y talla 44 2/3.
Calla! Le decimos, que esas no son!
Esas son las nuestras (que también eran nuevas). Las tuyas están
aquí. Y metiendo mano en la maleta, esta vez si que sacamos unas
flamantes S-LAB 4 en forma y medida como las solicitadas.
Bueno, nosotros fuimos ajenos a todo el
periplo de cambio de cara y color del amigo, pero José Carlos si que
fue testigo directo, y se desternillaba de risa, por otro lado como
hubiera hecho cualquier amigo que se precie.
Fue divertida, que no buscada, la
anécdota de las zapas y sirvió de preámbulo al pantagruélico
almuerzo de chocolate con churros que nos dimos en Tacoronte y que el
otrora sorprendido Eduardo pagó, al igual que las zapatillas
peninsulares.
Una vez con el estómago lleno de un
híbrido entre los churros y porras madrileños (más gruesos que los
primeros y más finas que las segundas, pero mucho menos aceitosos y
por consiguiente mas sanos y apetecibles) devolvimos al ermitaño a
su cueva en El Sauzal para que se aplicara la medicación y nosotros
dirigimos nuestros pasos, comodamente sentados en un Opel Astra,
hasta La Laguna, donde José Carlos nos llevaría a recorrer, primero
en coche y luego a pié, parte del recorrido de la K42 Anaga
marathon.
Aunque antes del reconocimiento del
circuito de la carrera del domingo, pasaríamos por la “pensión
del Mosquito”, en La Laguna, a la sazón hogar del insonne Carmelo,
a dejar nuestra pesada maleta (algo más liviana sin la miel gallega
de brezo requisada conveniente y eficazmente por dos celosas
guardianas de la ley y el orden en el paso por el escanner del
aeropuerto de Barajas)
Una vez hecho el deposito maleteril en
el puerto franco al efecto, y dejando que la “zota de espadas”
echara un sueñecito, no en vano venía de cumplir turno de 24h con
tres servicios de madrugada (para los más desorientados, indicar que
Carmelo cuando no ejerce de sota de espadas, lo hace de bombero),
esta vez sí, tocaba reconocer por donde transcurriría la K42 el
domingo 11 de diciembre. (recordemos que esta historia se desarrolla
en estos momentos en el jueves día 8, día 341 del año en su semana
49*) (*esto es para los amantes de las estadísticas)
Todo un lujo que un nativo, corredor de
trail running y conocedor de cada recoveco de la isla y del macizo de
Anaga nos enseñe el recorrido de la prueba. Más aún si aparte de
lo anterior, estamos hablando de un personaje que ha sido copiloto de
rallys profesional, con lo que podéis haceros una idea del detalle
con el que nos iba advirtiendo sobre el trazado............a
ras!!!!!! que diría el clásico.
Luego de ver el tramo inicial de la
carrera en coche, subimos al mirador de Zapata, donde aparcaríamos
el vehículo a motor un poco más adelante, y ya la incursión en los
entresijos del maratón serían a patita.
En esas que llego la hora de la comida
y como el amigo Carmelo había mandado un whats app indicando que él
prefería descansar, César y Rocío tenían invitados catalanes en
su casa, teniendo comprometida la jornada, pues fuimos a recoger a la
santa de José Carlos, Leticia de nombre y encantadora de apellido, para más señas, y los tres que nos
fuimos a comer a Punta Hidalgo.
El mundo esta lleno de casualidades ,
amen del tópico del pañuelo, y uno de esos caprichos del azar fue
encontrarnos comiendo en el sitio al que íbamos a César, Rocio y
sus amig@s de los paisos catalans.
Después de unas risas por el
inesperado encuentro y del turno de espera para la mesa, con unos
camarones y refrescos de por medio, nos sentamos en torno al mantel
para degustar la siempre rica comida canaria.
Dada nuestra condición de
vegetararivoros, al no comer ni carne ni verduras crudas, hete allí
que el bueno de José Carlos pidió un buen escaldon y un pescado de
roca a la espalda (no es que estuviera dado la vuelta, que también,
sino que estaba asado a la espalda)
Exquisitos el escaldón y el pobre
pececito que pasó de nadar apaciblemente en aguas de rocas
Tinerfeñas (de ahí su nombre, suponemos) primero al infierno de la
sartén y luego al cielo de nuestros estómagos.
Con un buen postre canario cerramos con
éxito la comida.
Luego vendría la vuelta a La Laguna el
reencuentro con Carmelo, la despedida de Leticia y José Carlos que
trabajaba al día siguiente preparando y sirviendo sus repartos de
excelentes carnes congeladas y ultimando los preparativos de la
inminente inauguración de un local físico en Los Realejos.
Tanta emoción nos embargaba de estar
nuevamente disfrutando de Tenerife que nuestras neuronas no recuerdan
que ocurrió al final de la tarde del jueves, más allá de
planificar con nuestro anfitrión en la pensión del Mosquito las
actividades del viernes 9 de diciembre, que a pesar de nuestra
insistencia en subir al Teide, se quedarían en un entreno
trailrunnero por Anaga con la siempre sonriente compañía de Susana.
Pero eso será explicado convenientemente en el segundo acto de
esta entrega.
Para completar, amenizar e ir poniendo
los dientes largos a l@s que no tuvieron la
inmensa suerte de estar en la K42 de Anaga, les dejamos un buen
enlace con unos estupendos datos de la misma.
Siempre te curras unas grandes cronicas y como bien dices nos dejas con los dientes afilados quiero la senda ya porfa un abrazo
ResponderEliminarSe ve que los tuyo son las ultras (incluso las crónicas que son más largas de lo normal, je, je.....)
ResponderEliminarNos tienes es ascuas, como acabó todo????
Un abrazo
César (Isorano)
Chacho, chachoo , cuando escribes de la carrera esa de Anaga, ños me cansé de leer y ustedes comiendo churros todavia.
ResponderEliminarjejejjeje
El jueves cenamos vos , la sota de espadas y un servidor en un italiano . Dónde pasamos un buen rato y disfruté mucho con la compañía . También fui el que más comió....
Espero ansioso el resto de la historia ,osea ...el capítulo 2 , 3 4 y...
Un abrazo y feliz Navidad .