lunes, 17 de febrero de 2014

Hay un tiempo para pescar, y otro para secar las redes.



"Había una vez una manada de elefantes. Había elefantes jóvenes y elefantes viejos; elefantes altos, gordos o delgados. Elefantes así o asá, todos diferentes, pero todos felices y del mismo color. Todos menos Elmer.
Elmer era distinto.
Elmer era multicolor.
Elmer era amarillo,
y naranja,
y rojo,
y rosa,
y lila,
y azul,
y verde,
y negro
y blanco.
Elmer no era de color elefante.
Y era Elmer precisamente el que hacia reír a los demás elefantes. Unas veces Elmer les gastaba bromas y otras veces ellos se las gastaban a él. Elmer era el responsable de casi todas las sonrisas de sus compañeros de manada.
Una noche Elmer no podía dormir. No hacía más que pensar y pensar. Y lo que le rondaba la cabeza era que estaba cansado de ser diferente. "¿Dónde se había visto un elefante de colores? - Se decía-. No me extraña que se rían de mí." A la mañana siguiente, antes de que la manada terminara de despertarse, Elmer se marchó sigilosamente, sin que nadie se diera cuenta.
Caminando por la selva, Elmer se cruzó con muchos animales.
Todos le decían: "Buenos días, Elmer." Y Elmer siempre sonreía y respondía: "Buenos días"
Después de una larga caminata, Elmer encontró lo que buscaba: un gran arbusto.
Un arbusto enorme repleto de bayas; bayas de color elefante.
Elmer cogió el arbusto con la trompa y lo sacudió una y otra vez para que las bayas se desprendieran de las ramas.
Cuando el suelo estuvo cubierto de bayas, Elmer de tumbó y empezó a rodar una y otra vez, para un lado y para el otro, y vuelta a empezar. Luego fue cogiendo racimos de bayas y fue frotándose todo el cuerpo con ellos hasta que estuvo cubierto de jugo de baya y no quedaba rastro de amarillo, ni de naranja, ni de rojo, ni de rosa, ni de lila, ni de azul, ni de verde, ni de negro, ni de blanco. Cuando terminó, Elmer tenía el aspecto de cualquier otro elefante.
Entonces, Elmer emprendió el regreso hacia la manada. Por el camino, se volvió a cruzar con los demás animales.
Pero esta vez, todos le decían: "Buenos días, señor elefante". Y Elmer sonreía y respondía, contento de que no le reconocieran: "Buenos días".
Cuando Elmer llegó donde los demás elefantes estaban, todos descansaban tranquilamente. Ninguno de ellos se dió cuenta que era Elmer quien se abría paso hacia el centro de la manada.
Al cabo de un rato, Elmer se dió cuenta que algo raro sucedía. ¿Pero qué? Miro a su alrededor: la misma selva de siempre, el mismo cielo azul de siempre, la misma nube de tormenta que iba y venía de siempre y, por último, los mismos elefantes de siempre. Elmer se los quedó mirando.
Los elefantes no se movían en absoluto; Elmer nunca los había visto tan serios. Y cuanto más miraba a aquellos elefantes serios, quietos y callados, más risa le entraba.
Al final, no pudo aguantarse más. Levantó la trompa y gritó con todas sus fuerzas:
¡BUH!
Los elefantes quedaron patidifusos.
-¡Por todas las trompas! - Exclamaban mientras Elmer se partía de risa.
-Elmer! ¿Quién si no?
Y todos los elefantes rompieron a reír como nunca antes lo habían hecho.
Y mientras se reían, empezó a llover. A medida que las gotas de lluvia caían sobre Elmer, iban dejando al descubierto sus colores. La lluvia ya había limpiado a Elmer por completo, y los demás elefantes aún seguían riéndose.
-Elmer- dijo un viejo elefante entre carcajadas-, nos has gastado muchas bromas, pero esta ha sido la más divertida.
-Tenemos que conmemorar este día todos los años- sugirió otro.
-Será el día de Elmer. Todos los elefantes se harán dibujos en la piel y Elmer se pintará de color elefante.
Y eso es precisamente lo que hacen. Un día al año, se pintan de colores y desfilan. Ese día, si por casualidad ves un elefante con la piel de color elefante, seguro que es Elmer.
(ELMER David Mckee)

Data: 16/02/2014.
Localización: La Pedriza del Manzanares (Madrid) Hueco de San Blas, Collado Ventana, Pared de Santillana, Collado Dehesilla.
Actividad: Trail familiar. Turno de tarde. Viejo león en solitario.















2 comentarios:

  1. Me ha encantado la historia de Elmer! preciosas fotos. Espero que las piernas ya estén enteras

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    1. Mil gracias Celina.
      La historia de Elmer es de un cuento que le regalaron a nuestro hijo mayor, Luis, y a mi también me encanta. Aparte de lo bueno del texto, tiene unas ilustraciones fantásticas.
      Sobre el paseo por La Pedriza, sitio mágico donde los haya, los arañazos de las piernas son señal inequívoca de que transite por donde más me gusta, jejeje
      Un besote

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